Reflexiones sobre los planteamientos de Karl Marx acerca del trabajo

by - junio 29, 2020

En el siguiente escrito se da cuenta sobre el pensamiento de Karl Marx respecto a la economía política y el trabajo, además de la relación que identifico entre su relato y el transcurrir el mundo actual, para así buscar una conversación entre los conceptos y discusiones trabajadas por Marx con las cuestiones prácticas a las que nos enfrentamos actualmente con una creciente inclusión de la tecnología y su impacto en el trabajo. A manera personal, este es uno de los temas de mayor interés, dado que constantemente estamos empujados por la sociedad a involucrarnos como parte productiva de la misma, y se hace necesario realizar un análisis como personas críticas y no seguir las corrientes impuestas.

Marx, en el primer manuscrito económico filosófico, parte de tomar los postulados de la economía política, y sus supuestos, para explicar con ellos, los inconvenientes que la misma plantea. En el acápite El trabajo enajenado, en el primer manuscrito, menciona que la economía política no explica la competencia, la propiedad privada ni la división entre trabajo y capital, y aún así, los usa en su desarrollo. En este sentido, Marx plantea que es posible encontrar la explicación de estos a partir del desarrollo de “propiedad privada” y de “trabajo enajenado” (1844 [1], p. 103). Su objetivo aquí es comprender la conexión de la enajenación con el sistema monetario (Ibid.).

Para Marx, el producto del trabajo no solo es la mercancía, se produce a sí mismo, y al trabajador como mercancía (Ibid. p. 105), sin reconocerlo como humano. Así, Marx pone presente la relación del trabajador con el trabajo, en la medida que el trabajo cosifica al trabajador, lo objetiva para convertirlo en parte de la producción y plantea una relación de dominador-siervo siendo el trabajo este último. Hay que aclarar aquí que Marx no se refiere de esta manera a que se genere una clase de esclavitud para el obrero, pues en este contexto el obrero es un trabajador libre, que, sin embargo, al quedar desposeído de los medios de producción y la tierra, pues vende su fuerza y capacidad, es decir, el trabajador no se mercantiliza, sino su capacidad, y por tal es libre de asalariarse o no.

Marx al presentar esta relación del trabajador y el trabajo, también plantea que en la Economía Política la apropiación aparece como extrañamiento, o enajenación (Ibid. p. 106). La enajenación del trabajador es a nivel individual, él se separa tanto de la naturaleza, como del otro obrero como de la sociedad en general. Marx extiende el concepto de enajenación ya no solo al trabajo, como producto de este, sino, también, a la vida general, planteando que:

En consecuencia, mediante el trabajo enajenado no sólo produce el hombre su relación con el objeto y con el acto de la propia producción como con poderes que le son extraños y hostiles, sino también en la que los otros hombres se encuentran con su producto y la relación en la que él está con otros hombres. (Ibid. p. 115)


Esta relación, a su vez genera una conversión del hombre genérico, pues ocasiona que aquello que le es natural como ser humano, le sea extraño, es decir, la actividad más mundana, mientras que la actividad de trabajar que en principio debiera ser lejana, se convierte en la razón de ser del hombre, en lo cercano. Además, como producto del trabajo enajenado se reproduce la propiedad privada, y a su vez es el medio por el que el trabajo se enajena, y el salario, como consecuencia de la propiedad privada (Ibid. p 117). A partir del desarrollo de propiedad privada y trabajo enajenado es posible encontrar tráfico, competencia, capital, dinero.

Respecto a la enajenación del trabajo, como distanciamiento de su propia actividad, distingo 4 características: el trabajo es externo al trabajador, y lo domina, 2) la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo, 3) extraña ente sí la vida genérica e individual y 4) enajenación del hombre respecto al hombre. Marx en su obra hace la distinción, aunque, en este punto no lo desarrolla a profundidad, entre el trabajador y el no trabajador; los diferencia claramente, en tanto que el no trabajador, en la medida que es el dueño del capital y medios de producción es el estado de la enajenación, mientras que el trabajador es la actividad de la enajenación (Ibid. p 118-119).

Al ampliar la noción de la propiedad privada según lo expuesto por Marx, se da cuenta que la revolución francesa dio el primer paso en su consecución, ya que produce que los campesinos dejen de ser poseedores de la tierra para vender su fuerza de trabajo, mientras que los que invirtieron en la tierra, desarrollando la agricultura industrial, sean los capitalistas, y a su vez, genera un aumento en la masa de trabajadores, con la baja de salarios producto de ello (Marx, 1844 [2], p. 127).

Como he mencionado anteriormente, Marx propone que el proceso de producción cosifica al trabajador en la medida que no lo reconoce como ser humano, sino como mercancía humana. Así, el salario supone solo parte del interés económico, preocupación del no trabajador -capitalista- (Ibid. p. 125). En este sentido, el salario está medido solo en lo justo en que puede seguir trabajando, es decir, como retribución exacta con la que el trabajador puede recuperar el desgaste físico – o, también, intelectual en los últimos años – lo que no significa una retribución respecto a la producción, pues quien obtiene los beneficios sobre este es el capitalista, el dueño del capital. Y no es reflejo de la vocación y dignidad del trabajador como ser humano. Marx lo presenta como sigue:

Por eso para ella (la Economía Política) las necesidades del trabajador se reducen solamente a la necesidad de mantenerlo durante el trabajo de manera que no se extinga la raza de los trabajadores. El salario tiene, por tanto, el mismo sentido que el mantenimiento, la conservación de cualquier otro instrumento productivo. (…) El salario del trabajador pertenece así a los costos necesarios del capital y del capitalista, y no puede sobrepasar las exigencias de esta necesidad. (Ibid. p. 124)


El proceso de trabajo, como proceso en que el capitalista consume la fuerza de trabajo, supone, en relación con el trabajador, que este trabaja bajo el control del capitalista, quien es el dueño de aquello que este produce, no del productor directo que sería el obrero. Aquí vale la pena retomar el sentido que toma el valor del salario dentro de la relación, pues el capitalista paga al asalariado por el uso de su fuerza, por lo que, todo cuanto sea producido a partir de eso, es propiedad del capitalista. En este sentido, el trabajador solo al entregar el producto, entrega el valor de uso Marx, Karl (1867, p. 225).

Marx, al explicar cómo es la transformación del dinero en capital, ofrece un análisis económico del no trabajador, del capitalista, y cómo su actuar debería seguir ciertos parámetros ya que se encuentra en el sistema productivo. Respecto a ello, recalca que el capitalista no produce por producir, el interés de este no debe estar en el objeto resultado del proceso de trabajo, sino, en la obtención de riqueza, expresada en el valor de cambio del objeto producido. Por lo tanto, la mercancía adquiere un doble carácter, por un lado, es un objeto útil, y, por otro lado, más importante aún, adquiere un valor superior a “la suma de los valores de las mercancías requeridas para su producción, de los medios de producción y de la fuerza de trabajo por los cuales adelantó su dinero en el mercado” (Ibid. p. 226). Aquí Marx introduce el concepto del plusvalor, como aquel valor añadido en el proceso producción, adicional a las sumas previas de trabajo, que es el que se traduce en utilidades para el capitalista.

Para ello hay que entender igualmente que, el consumo de bienes y servicios no se da solo al final, como producto de la venta de lo que produce el capitalista, sino que, en la producción de también hay consumo, como la capacidad de trabajo, comprada al trabajador, o los medios de trabajo -aquellos objetos de los cuales se apropia el trabajador y le aportan en la consecución de sus tareas-, e intervienen en el proceso de trabajo. Y distingue el proceso de trabajo del proceso de formación de valor, pues el proceso laboral solo se incluye en la formación de valor de manera cuantitativa, es decir, se cuantifica el tiempo requerido por la fuerza de trabajo, el volumen de trabajo objetivado.

Igualmente, Marx hace la distinción entre el proceso de formación de valor y el proceso de valorización:

Si el proceso de formación del valor alcanza únicamente al punto en que con un nuevo equivalente se reemplaza el valor de la fuerza de trabajo pagado por el capital, estaremos ante un proceso simple de formación del valor. Si ese proceso se prolonga más allá de ese punto, se convierte en proceso de valorización. (Ibid. p. 236)


Es necesario aclarar que, aunque lo que plantea Marx es una explicación a partir de su experiencia, la lleva a una abstracción partiendo de unos ejemplos del trabajador industrial, precisamente porque es la experiencia con la que cuenta por el momento histórico, por lo que hacer la salvedad frente a las posibles diferencias que puedan presentarse en la actualidad con la diversidad de trabajos desarrollados puede ser importante, sin decir con esto que lo que presenta Marx haya quedado desactualizado.

Así pues, en la actualidad, de acuerdo con lo que plantea Yuval Noah Harari (2018, p. 38-64), se hace presente la separación entre trabajo manual y trabajo intelectual que ya Marx planteaba, pero ahora de forma más intensiva, con el desarrollo de áreas como la bioinformática, machine learning y demás. Ahora, ya desplazada en gran medida la capacidad física humana por maquinaria, el esfuerzo se da el desplazamiento de la capacidad ‘cognitiva’, y la bioinformática se planta como una gran alternativa para reemplazar la labor humana en áreas como la financiera, administrativa. Lo cual, a la luz de los aportes de Marx, no sería nada nuevo, y se podría decir que amplia el mercado de mercancía humana con la oferta tanto de fuerza física como de fuerza cognitiva.

Al respecto Harari supone la creación de nuevos empleos, como resultado de la automatización, en la medida que requerirá personal especializado en su uso y su mantenimiento, aunque, dice “el problema de estos nuevos empleos es que (…) no resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados sin empleo” (Harari, 2018, p. 48-49). Esto último coincide perfectamente con lo expuesto por Marx, en la medida que para el capitalista el problema no pasa por la consideración humana de sus trabajadores, pues en última instancia son medios de trabajo dentro del proceso productivo, y lo que se debe buscar es maximizar la plusvalía generada, por lo que puede resultar en la destrucción de una clase trabajadora.

Aunque Yuval admite que lo expuesto en este apartado son suposiciones para el futuro cercano (Ibid. p 53), plantea unos interrogantes y un horizonte que merece ser estudiado y previsto a la luz de los aportes de Karl Marx. “Ya en la actualidad, muchos empleos nuevos en economías avanzadas implican trabajo temporal no protegido, trabajadores autónomos y trabajo ocasional.” (Ibid. p. 50). Lo que plantea Yuval es interesante, respecto a la creación de nuevos trabajos, sin embargo, hay que rescatar que la relación que plantea Marx en relación al trabajo es una relación entre quien tiene los medios de producción y quien no, desconocer esta relación simplificaría las posibles consecuencias que supone Yuval, pues quien tiene el trabajo más difícil de mutar es el trabajador, mientras que el no trabajador, y acumulador de riqueza se rige por la obtención de esta, y puede fácilmente pivotear hacia el horizonte que le genere mayores utilidades. Además, como menciona Marx que, a mayor productividad, el obrero es más barato, y por tanto la riqueza producida es mayor (Marx, 1844 [1]), puede desencadenar un detrimento del trabajador, dado que las máquinas y nuevas tecnologías no será para toda la población, sino para quienes son los dueños de los medios de producción, y le proveerán un aumento significativo de esta. Rescatando el concepto de salario de Marx (1867), esto no sería igualmente una ganancia para el trabajador, es decir, el nivel de especialización no supone una mejora para el trabajador, sino que se mantiene su retribución en medida de su desgaste, en este caso más cognitivo que físico, pero no más.

Yuval plantea la necesidad de repensar el sistema en el que estamos, para afrontar de mejor manera los avances tecnológicos venideros. Así pues, “aunque el proyecto comunista de iniciar una revolución de la clase obrera podría estar ya anticuado, quizá todavía seríamos capaces de alcanzar el objetivo comunista por otros medios” (Harari, 2018. p 58) refiriéndose entre otros a la renta básica universal -o servicios básicos universales- y a la protección de trabajadores y no empleos. Autores como Porter y Kramer (2018) plantean un nuevo concepto como la creación de valor compartido, CVC, dentro de lo que denominan el neocapitalismo, en términos de los autores, una visión más humanista del mismo capitalismo. En este se pretende que el propósito de una empresa debe entenderse como un beneficio mutuo para cada parte que influye en el proceso productivo, como, por ejemplo, los trabajadores, es decir, generar una especie de plusvalía al trabajador, y que a su vez signifique una utilidad mayor para el dueño del capital.

Sin embargo, no lo considero correcto ya que la base sobre la que se cimenta esta re-concepción de la responsabilidad social -desligándose de la filantropía como expiación religiosa de pecados- es sobre el mismo capitalismo, y no se da la oportunidad de pensarse mejores maneras. Además, de acuerdo con lo planteado por Marx (1857), en contraposición con el ser colectivo, se fijan los intereses de los capitalistas, aludiendo al error de Adam Smith. La condición activa del ser genérico es trabajar, pero la finalidad histórica es el lucro individual, no por el desarrollo de la comunidad, es decir, que bajo esa premisa de la creación de valor compartido se sigue la misma finalidad de lucro individual.

Finalmente, quisiera plantear el principal reto, a mi consideración, de quien quiera sentar un cambio, el cual es establecerse como no trabajador, y dueño de capital, en la creación de nuevas empresas e industrias, sin cosificar ni socavar al trabajador, y al tiempo inscribirse en el mismo sistema capitalista que rige a la sociedad, como, por ejemplo, el sistema bancario, que soporta el crecimiento de nuevas empresas. Para ello, habría que conocer los niveles de acumulación de la época actual, cómo son los procesos de creación de valor actual, y cómo las transformaciones de los medios de producción han impactado en el proceso.

Referencias

Harari Yuval, N. (2018) 21 lecciones para el siglo XXI. Colombia: Editorial Debate

Luna B., Mario (2020) Karl Marx periodo 2019-02 [Material del aula]. Universidad del Valle, Santiago de Cali, Colombia

Marx, Karl (1844 [1]) Primer manuscrito. En Francisco Rubio (traductor) (1989) Karl Marx. Manuscritos economía y filosofía. Novena edición. Madrid: Alianza Editorial

Marx, Karl (1844 [2]) Segundo manuscrito. En Francisco Rubio (traductor) (1989) Karl Marx. Manuscritos economía y filosofía. Novena edición. Madrid: Alianza Editorial

Marx, Karl (1857) Introducción general a la crítica de la economía política. En José Aricó y Jorge Tula (editores) (1989) Karl Marx. Introducción general a la crítica de la economía política / 1857. Vigesimoprimera edición. México: Siglo XXI editores

Marx, Karl (1867) Capítulo V. Proceso de trabajo y proceso de valorización. En Karl Marx (autor) y Pedro Scaron (editor) (2008) Karl Marx. El Capital. Crítica de la economía política. Vol. 1. Vigesimoctava reimpresión. México: Siglo XXI editores

Porter, Michael y Kramer, Mark (2011) La creación de valor compartido. En: Harvard Business Review. Enero-febrero. (1-18)

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