La antropología del Estado: Marco Estrada
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El proponente de este enfoque plantea que hay que cuestionar la superioridad del Estado, suponiendo que no solo el Estado tiene el interés sobre el control sobre la población que abarca, por tal motivo surgen conflictos entre organizaciones y el Estado por controlar la población en todas sus variables (cultura, comportamiento, creencias, vida cotidiana). Además, como dice Marco Estrada “se aplanan los objetos de estudio” al poner al mismo nivel el Estado y la sociedad, desdibujando la imagen de divino o ideal que generalmente se atañe al Estado, lo cual descentraliza y pluraliza tanto las acciones de dominación como las respuestas de los actores sociales a estas.
La formación cotidiana del Estado (Joseph Gilbert)
Centra la discusión en la articulación de culturas y sociedades locales con la violencia social y el estado, planteando a su vez que no ocurre un gran evento como un evento aislado, sino que, hay que revisar qué antecedentes llevaron a que se llegara a este punto álgido, como ejemplo Marco Estrada muestra la revolución mexicana como un conjunto de procesos heterogéneos, desde el momento pre revolucionario para entender qué condiciones lo gestó, siendo necesario leer la vida cotidiana como factor fundamental de la historicidad de la sociedad.
Además, en este enfoque también se cuestiona sobre cómo el poder las clases dominantes moldea las culturas de grupos y clases populares, analizando las relaciones que existen entre dominantes y dominados para explicar la formación del Estado, desnaturalizando las construcciones históricas relacionadas al Estado.
Enfoque antirrealista del Estado (Christopher Krupa)
Critica el enfoque realista del Estado, el cual afirma que el poder del estado está concentrado en las burocracias centrales del Estado y se distribuye hacia la sociedad, siendo cada vez más difuso en la medida en que más lejos de ese centro, se está. Sin embargo, el enfoque planteado por Christopher Krupa, considera que el enfoque realista del Estado no se debe ver como una teoría sino como una representación basada en las convenciones sociales que median en la experiencia en relación con la dominación política. Así, se plantea la necesidad de analizar cómo existe el Estado, pero sin tratarlo como un objeto, o, por el contrario, de ubicarlo como un fenómeno social superior.
Estado como ensamblaje cultural y traslocal (Aradhana Sharma y Akhil Gupta)
Critica que en las teorías convencionales el que sus puntos centrales, al abordar el Estado, son el estudio del gobierno y de cuestiones de seguridad. Mientras que en este enfoque se propone que la cultura es una de las dimensiones en las funciones de gobierno, seguridad y control del Estado, y se hace, por tanto, necesario su estudio, es decir, entiende el Estado como un artefacto cultural o producto de procesos culturales. Así pues, al estudiar las practicas burocráticas del estado las podemos entender cómo se introduce el Estado en la vida de la gente.
Además, vuelve a hacerse alusión a la crítica a la idea de un poder central de la dominación, y afirman, esto se configura de una manera más desarticulada en cómo el Estado presenta su relación con los dominados.
También, al unir el Estado, como un artefacto cultural con el régimen de acumulación capitalista, rompe la unidad entre Estado, población y territorio. Concibiendo al Estado como la unión de distintas organizaciones a niveles traslocales que interactúan en favor de los intereses, siendo un nodo más de una red global de poder. “El Estado es multiestratificado, policéntrico y fluido”.
Enfoque de los márgenes del estado (Veena Das)
En este enfoque se cuestiona la existencia y definición del centro y márgenes, como periferia, del Estado, producto de la representación weberiana del Estado como un conjunto de burocracias que racionalizan y ordenan la vida social y así, hace efectiva su soberanía, irradiando desde el centro hacia el territorio. Al criticar esta representación se busca desnaturalizar las posiciones bipolares entre las caracterizaciones que en que se categorizan los espacios del Estado.
Así pues, en contraposición se analiza cómo la vida social en los márgenes da forma a las prácticas políticas regulativas y disciplinarias del Estado, construyendo sus propias normas para adaptar y resistir las formas del Estado en el centro, para reproducir su vida cotidiana. Para ello designa los márgenes como periferia, ilegibilidad e intersticial.
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