Una revisión del sindicalismo en Colombia

by - septiembre 29, 2020

En términos históricos los sindicatos en Colombia, al igual que en otras sociedades latinoamericanas se conformaron como instituciones gremiales o de naturaleza profesional, centradas en los trabajadores, en un contexto de relaciones obrero-patronales desiguales, reconocido por los Estados. Este fenómeno fue más claro a lo largo del siglo XX, a medida que el desarrollo capitalista y la urbanización en diferentes escalas y temporalidades se impuso. Como en otros países, en Colombia los sindicatos son los custodios en el cumplimiento tanto del Contrato de Trabajo Individual como de la Convención Colectiva de Trabajo y todo lo concerniente a lo que es la norma laboral. Para una historia del sindicalismo en Colombia desde el siglo XIX y a lo largo del siglo XX véase Urrutia (1978, 1992, 2016), Perry et al. (1982), Archila (1989), Londoño (1989) y Sandoval (1988).

Archila (2003, 1989), define los movimientos sociales, entre los cuales se destacan los sindicales, como aquellas acciones sociales colectivas permanentes, orientadas a enfrentar condiciones de desigualdad, exclusión o injusticia, y que tienden a ser propositivas en contextos espacio-temporales determinados, teniendo así una dinámica de construcción de consenso y no de imposición a la fuerza.

Las primeras organizaciones con un carácter gremial, predecesoras de los actuales sindicatos, fueron las sociedades de artesanos, se fundaron en la segunda mitad del siglo XIX, promovidas en su nacimiento por la iglesia, con un objetivo más religioso y de apoyo reciproco, que como instrumento de reivindicación y bienestar. Sin embargo, esta formación permitió que posteriormente, los trabajadores ya tuvieran la experiencia suficiente para organizarse como sindicatos desde 1920, a su vez, sirviendo para la conformación de los nuevos líderes sindicales. La primera de estas organizaciones obreras fue la Sociedad de Artesanos de Bogotá en 1847, como reacción al primer intento del General Tomás Cipriano de Mosquera de liberar la economía, aún bajo los vestigios imperantes en el régimen colonial, de proteccionismo extremo (Hernández, 2004).

Según el primer Censo Sindical de Colombia, realizado en 1947, el primer sindicato en obtener el reconocimiento estatal fue el Sindicato de Tipógrafos de Bogotá, en 1906, iniciando una serie de formalizaciones jurídicas de varios sindicatos, en todo el país, contabilizando 99 sindicatos reconocidos a finales de 1930 (Hernández, 2004).

Las primeras huelgas obreras en el país no las llevaron a cabo organizaciones obreras permanentes. Las huelgas eran espontáneas y de corta duración, pero, en contraste con la experiencia de otros países latinoamericanos, estas primeras huelgas no fueron organizadas por sindicatos anarcosindicalistas. La razón por la cual el anarcosindicalismo tuvo poca fuerza en Colombia fue la debilidad de la corriente migratoria europea al país. Mientras que en Argentina, Chile y Brasil los inmigrantes españoles e italianos introdujeron la ideología anarcosindicalista en la organización obrera, la falta de inmigrantes en Colombia hizo posible el desarrollo autóctono de los sindicatos (Urrutia, 1978 y 2016).

Por el tipo de desarrollo capitalista profundamente desigual, tanto en el campo como en la urbe, ser un sindicalista en Colombia nunca ha tenido la legitimidad social ni el respaldo político que le corresponde a su ejercicio de proteger los derechos fundamentales del trabajo y mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Por cierto, desde sus comienzos a principios del siglo XX, el movimiento sindical colombiano ha enfrentado múltiples actos de represión y violencia. La masacre de miles de trabajadores bananeros de la United Fruit Company (hoy en día, Chiquita Brands International) en protesta por sus deplorables condiciones laborales, en la región de Magdalena entre el 5 y 6 de diciembre de 1928, dejó una profunda cicatriz en la relación entre capital-trabajo y Estado, y dio un temprano aviso que el régimen laboral dominante en el país seguiría más el modelo coercitivo que el consensuado. Sobre todo, en las zonas rurales del país, donde el Estado colombiano, frecuentemente, solo ha estado presente a través de sus fuerzas armadas y de policía. De este modo, los proyectos económicos agroindustriales de enclave se adelantaban con una buena mezcla de inversión de capital y la inquebrantable mano de la represión estatal combinada con el empleo la guerra sucia, implementada por los grupos paramilitares (Urrea-Giraldo et al, 2019).

En 1935 surge la Confederación de Trabajadores de Colombia, teniendo un énfasis clasista, y propendían por el bienestar general, el beneficio de todos los estamentos de la República, y de la disminución de brechas sociales y económicas de la sociedad colombiana. Su constitución se dio por la convocatoria del presidente del Sindicato de Trabajadores del Diario El Tiempo, Hernando Vega. Pero no es sino hasta 1938 cuando recibe la personería jurídica que asume el nombre como CTC, manifestando su apoyo irrestricto al gobierno de Alfonso López Pumarejo (ENS, 2009; Hernández, 2004).

A raíz de la entrada en función de la ley 6 de 1945, que creó las condiciones necesarias para el surgimiento de un nuevo movimiento obrero orientado hacia la estrategia de las negociaciones colectivas (Urrutia, 2016), la Iglesia Católica tomó parte activa en el proceso fundacional de la UTC (Unión de Trabajadores de Colombia), como un intento de contrarrestar la creciente influencia del denominado “comunismo entre las clases trabajadoras” (Piedad-León, 2009). La conformación de la UTC tiene una particularidad en su relación trabajador-empresario, pues los empresarios antioqueños fueron quienes impulsaron su conformación, para así entablar una relación directa con sus trabajadores, sin intervención del Estado. Se establece una clara diferencia entre las intenciones de ambas organizaciones, por un lado, la CTC no mostraba un interés por los pequeños sindicatos de trabajadores manufactureros, y manejaba una agenda política cercana al ala de izquierda del partido liberal y al partido comunista de esa época; mientras que la UTC manejaba grandes masas católicas, en especial de Antioquia, y con una postura política de concertación obrero-patronal, bajo una orientación religiosa católica (Pécaut, 1973).

Luego de la dictadura del General Gustavo Rojas Pinilla, el retorno de una democracia bipartidista en 1957, determinó una nueva época para el sindicalismo: se eliminaron las restricciones a las huelgas y se reactivó la legislación que protegía a los líderes sindicales. El resultado fue un crecimiento en el número de sindicatos y también en el uso de la huelga como mecanismo para mejorar el bienestar de los trabajadores (Urrutia, 2016). En este periodo, también se enmarca la reconstrucción y división de la CTC, y la creación de la CSTC (Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia) y la CGT (Confederación de Trabajadores de Colombia) (Londoño, 1989).

En 1986 nace la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) producto de la disolución de la UTC y algunos sectores del CTC, durante el gobierno Barco Vargas, ya que debido a la gran cantidad de movimientos sindicales, cada uno de estos con una interpretación ideológica distinta, se entorpeció la organización interna y ahondaron las diferencias políticas en las organizaciones sindicales, presentándose así, la CUT como una oportunidad de consolidarse una nueva forma de organización, como un todo homogéneo. A su vez surge la CGT de corte conservador y social cristiano, como producto de antiguos sindicatos pertenecientes a la UTC, y de nuevos sindicatos independientes (ENS, 2009; Hernández, 2004).

En 1992 nació la CGTD (Confederación General de Trabajadores Democráticos) siendo el resultado de la unión de la recién creada CTDC (Confederación de Trabajadores Democráticos de Colombia) en 1988 y la CGT, a raíz de la agudización de las crisis económicas, políticas, sociales y laborales del país (ENS, 2009).

En síntesis, hasta los años ochenta del siglo pasado el sindicalismo colombiano se concentraba en las grandes entidades del sector público y en las grandes empresas del sector privado, estas últimas, nacionales y multinacionales. A grosso modo esta fase corresponde a la etapa del capitalismo de sustitución de importaciones en Colombia (1930-1980) y el pico más alto de dinámica sindical correspondió a la década del setenta. El sindicalismo giró en una primera etapa alrededor del Estado y el partido liberal, en particular a través de la CTC y desde 1946 con el apoyo de la Iglesia Católica, el empresariado antioqueño y el partido conservador, la UTC. A partir de 1980 y sobre todo de 1990 sufre una pérdida significativa con el fenómeno de privatizaciones y una profunda reestructuración empresarial con cierre de empresas multinacionales y nacionales que a la vez conllevan a la desaparición de sindicatos, como fue el caso del Valle del Cauca (Urrea-Giraldo, 2003).

Referencias

Escuela Nacional Sindical (ENS). (2009). A cien años del sindicalismo antioqueño. Cultura y Trabajo, 78, Medellín: Autor.
Hernández Valderrama, F. (2004). El sindicalismo en Colombia. Implicaciones sociales y políticas. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.
Londoño Botero, R (1989). Crisis y recomposición del sindicalismo colombiano (1946-1980). En Nueva historia de Colombia. Tomo III. Bogotá: Editorial Planeta.
Pécaut, D. (1973). Política y sindicalismo en Colombia. Bogotá: La Carreta.
Perry, G. Gómez, H. Londoño, R. (1982). Sindicalismo y política económica. Coyuntura económica, 1077.
Piedad-León, María. (2009). A cien años del sindicalismo antioqueño. Revista Cultura & Trabajo N°78. Medellín: Ediciones ENS: 26-36.
Sandoval, Luis. (1988). Sindicalismo y Democracia: Cambios En El Movimiento. Nuevo Enfoque de La Acción Sindical. Bogotá: Ismac-Fescol.
Urrea-Giraldo, F. (2003). La respuesta de empresariado vallecaucano a la apertura económica en los años noventa y la recesión hacia finales de la década. En Empresas y empresarios en la historia de Colombia. Siglos XIX-XX. Una colección de estudios recientes. Tomo I. Bogotá: Grupo Editorial Norma.
Urrea-Giraldo, F. Hawkins, D. Rendón Acevedo, J. (2019, por publicar). Colombia: desigualdad y violencia anti-sindical en un contexto de desarrollo neoliberal. CLACSO
Urrutia, M. (1978). Historia del sindicalismo colombiano. Bogotá: La Carreta.
Urrutia, M. (1992). Capitulo XX. El desarrollo del movimiento sindical y la situación de la clase obrera. En Manual de historia de Colombia. Tomo 3. Bogotá: Tercer Mundo Editores.
Urrutia, M. (2016). Historia del sindicalismo en Colombia, 1850-2013. Bogotá: Universidad de los Andes.

Disclaimer: El texto aquí publicado es una extracción de “Una mirada contemporánea del sindicalismo colombiano” en Revista Trabajo. México: OIT, 2020.

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