Virginia Gutiérrez de Pineda en su texto hace la separación de la población colombiana en 4 complejos: negroide, santanderiano, andino y antioqueño, al identificar elementos comunes caracterizados por factores como el hábitat, la economía, la religión, la salud y la educación. En el caso del complejo negroide o de litoral fluvio minero, este comprende los dos litorales, retazos de las hoyas fluviales del Cauca y del Magdalena y la porción minera de Antioquia, estando confinado a las selvas húmedas nacionales, casi sin interferencia de blancos, mestizos o indígenas.
En este complejo, al contrario de lo que sucedió fuertemente en el antioqueño y santanderiano, la iglesia católica no penetró en su estructura, su instauración fue aún menos significativa que la que sufrieron los pueblos indígenas en la conquista. Hay que recordar que, en la conquista, la ascendencia del complejo negroide eran los esclavos, por tanto, los españoles concentraron sus esfuerzos evangelizadores en la población indígena, en la medida en que su fuerza de trabajo (esclavos) no eran tratados al mismo nivel de persona que los demás, siendo solamente necesario su bautizo y catequesis.
Además, según explica Gutiérrez, la zona de trabajo de los esclavos era evidentemente lejana de la periferia de la ciudad, ubicada en los sectores mineros, por lo que los trabajos de adoctrinamiento religioso implicaban un mayor esfuerzo, tanto económico como personal, esto, sumado a la escasez del clero, obligó a tener solo apariciones esporádicas de un sacerdote a lo largo del año, día en el que los esclavos tenían libre. De esta manera es que el primer contacto del complejo negroide con la religión establece a esta como una fiesta de desahogo, implicando una relación no de divinidad sino de fiesta y desenfreno. Tanto así, se refleja en la instauración de la fiesta de las negritas, evento en el que el fetichismo y desenfreno sexual aglutinaba a la población esclava.
En el complejo negroide ocurrió algo particular, también como respuesta de la poca instauración de la iglesia católica, y es que las festividades, y eventos con motivo religioso, fue cada vez tejiendo una relación más cercada con los ritos propios, como ritos de fecundidad o de cosecha, además de una sinergia con su cultura, estableciendo una relación entre la magia y la religión. Así pues, el complejo negroide se marca como el único complejo que no ha asimilado, aún a días de Gutiérrez, la ética de la iglesia católica.
Al hablar de su estructura familiar, esta no está sujeta a las normas de la ética religiosa, sino a un sentido de clase, por lo que en general el complejo negroide tiene una alta preferencia por uniones de hecho, con una predominancia de más del 50% sobre las formas legales de unión, que se presenta tanto por la vía civil – una minoría representada casi en su totalidad por extranjeros- y por la vía religiosa, con un dominio de la iglesia católica.
Si bien las uniones de hecho es la conformación familiar más usual en el complejo negroide, explicado por la no presencia histórica de la iglesia católica, la unión legal goza de un estigma de clase, con el cual se identifican con la raza blanca lo que es muy valorado, lo cual explica que las clases altas sí optan por el matrimonio, mientras que la clase media-baja es quien prefiere la unión libre. Tanto es el estigma de clase instaurado que en la clase alta las mujeres tienen como único objetivo el matrimonio, siendo el ideal económico y cultural, a tal punto que se les prohibía la unión de hecho, aún sin importar si esto representaba quedarse soltera toda la vida.
Por ello se presentan fenómenos como el concubinato, donde, generalmente un hombre, origina tanto un matrimonio, para satisfacer la necesidad de estatus social, como varias células familiares de hecho, para satisfacer tanto necesidades relacionales y afectivas como sexuales.
Respecto a las tipologías de las uniones de hecho, esta se presenta bajo dos modalidades. La primera modalidad de unión de hecho es la monógama, es decir la unión de 1 a 1, sin embargo, esta tiene dos derivaciones dependiendo de la duración, categorizadas como unión estable o inestable. La estabilidad de la unión, según lo encontrado por Gutiérrez, es mayor en las zonas rurales ya que las personas son comunidades con poca movilidad, al contrario de otras zonas, donde la movilidad horizontal del hombre determina el cambio de pareja de acuerdo a su nicho de trabajo.
La segunda modalidad de unión de hecho es la polígama, categorizada en dos tipos, de acuerdo a la conformación entre soltero y casado, y por otro lado de acuerdo a cómo se configura la estructura familiar, es decir, qué vinculo se tiene entre los núcleos, en esta se encuentra la dispersa, compacta y sorosal. La configuración dispersa es la más frecuente, a día de la investigación realizada por Gutiérrez, que es donde un hombre construye diferentes hogares con diferentes parejas, y estas no se relacionan entre sí sino por medio del hombre, más no comparten un espacio físico. La configuración compacta sí comparte un espacio físico, es decir, el hombre y sus parejas conforman un solo hogar, en una sola vivienda, característica que comparte con la configuración sorosal, pero esta última tiene además una característica particular, y es que las mujeres que son pareja del hombre tienen una relación familiar, es decir, que estas pueden ser hermanas, primas, madre-hija, tía-sobrina.
Con la unión de hecho polígama es claro que el papel del hombre en la relación familiar es la que goza de mayor poderío y libertad para conformar o deshacer estructuras familiares, pues la configuración de estas, gira en torno a la decisión del hombre. Esto responde a una construcción social desde la colonia, por el papel que cumplía el hombre negro como encargado de los trabajos fuertes, que posteriormente fue trasladándose a otros escenarios como la iniciación sexual masculina, que de cierta forma hace perdurar el modelo polígamo de familia. Por otro lado, también cabe resaltar que en el complejo negroide es la mujer quien en la gran mayoría de los casos es que eje articulador de la familia, y quien tiene el papel decisorio en las acciones de estabilidad económica.
Es interesante cómo la consideración de raza desde la colonia, por parte de los españoles, al no disponer de recursos para la evangelización de la población esclava, terminó construyendo un complejo cultural que, al menos en la estructura familiar, no responde a los ideales católicos, sino a una estigmatización de clase, y que, en otros aspectos culturales, llegó a modificar las prácticas católicas con prácticas propias de la cultura negra.
Referencia: Gutiérrez de Pineda, Virginia (1964) Familia y cultura en Colombia. Bogotá: Tercer mundo editores y Universidad Nacional de Colombia.
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